El reciclaje beneficia al medio ambiente al reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, al conservar los recursos naturales y al poner menos presión en los vertederos. El reciclaje a nivel individual tiene beneficios ambientales, como la reducción de la contaminación de arroyos y cursos de agua. Sin embargo, los esfuerzos de reciclaje industrial reducen significativamente el volumen de contaminantes en el agua y el aire al limitar la necesidad de energía asociada con los procesos de fabricación.
Las plantas de fabricación y otros procesos industriales utilizan enormes cantidades de electricidad para producir una variedad de bienes de consumo, desde plásticos y textiles hasta muebles, telas y prendas de vestir. A medida que los consumidores utilizan más de estos productos, aumenta la demanda de su producción, lo que a su vez requiere que las fábricas amplíen sus horas de operación. Sin embargo, a medida que hacen negocios, las instalaciones industriales queman combustibles fósiles como la gasolina, el diesel y el carbón. Al reciclar productos, los consumidores pueden aliviar la necesidad de que las fábricas trabajen horas extras, lo que reduce la necesidad de extraer los combustibles necesarios para la electricidad. El reciclaje también reduce los contaminantes del aire y el agua al disminuir la necesidad de extraer y procesar madera, carbón y otros materiales de la Tierra. La transformación de los materiales en productos requiere un uso intensivo de los recursos y libera toxinas dañinas como el amoníaco, el monóxido de carbono, el dióxido de azufre y el metano en el aire. El reciclaje alivia la necesidad de extracción de materia prima, lo que evita el consumo excesivo de recursos y preserva los recursos naturales.