El ADN almacena información en una secuencia de adenina, citosina, guanina y timina en una columna vertebral de dos moléculas de desoxirribosa, que se entrelazan en una doble hélice. En la naturaleza, esta información es leída por las moléculas de ARN y convertida en proteínas.
Es posible codificar datos digitales usados por humanos en ADN sintético y leerlos nuevamente. Debido a que las cuatro bases de este ADN sintético se asignan directamente a secuencias de bits utilizadas por los humanos, este es un proceso relativamente sencillo.
Sin embargo, en un organismo vivo complejo, leer la información en el ADN es mucho más complicado. El ADN es leído por el ARN mensajero, o ARNm, que se usa por el ARN de traducción, o ARNt, para crear los aminoácidos y proteínas de los que depende la vida. Este proceso se comprende en gran medida, y las secuencias de ADN que son responsables de los aminoácidos que también se conocen. Sin embargo, la parte del ADN que se utiliza para crear ARN y, en última instancia, las proteínas depende de qué es la célula y de sus condiciones ambientales inmediatas. La determinación del resultado físico de estas proteínas, como la creación y el desarrollo de órganos, requiere un análisis y observación complejos. En consecuencia, traducir el código genético en bruto en la forma física y los atributos de un organismo sin crearlo realmente es extremadamente difícil.