A medida que aumenta la profundidad, aumenta la presión. Por ejemplo, si una persona está buceando bajo el agua, la presión sobre el cuerpo del buceador aumenta en gran medida a medida que nada más.
Los líquidos ejercen la misma presión en todas las direcciones a una profundidad dada. La presión y la profundidad tienen una relación directamente proporcional debido a la mayor columna de agua empujada hacia abajo sobre un objeto sumergido. Cuando los objetos se sumergen más profundamente, la presión aumenta. Cuando los objetos se levantan y la profundidad disminuye, la presión disminuye.
La relación entre la presión y la profundidad afecta en gran medida a los buceadores. Cuando los buzos están al nivel del mar, no se siente presión porque el aire que presiona el cuerpo es igual a la presión habitual de los fluidos del cuerpo. Los buceadores deben tener mucho cuidado con la rapidez con que descienden y ascienden, ya que lleva tiempo para que la presión interna y externa se iguale. Si un buzo sube demasiado rápido, el aire retenido a una presión más alta puede hacer que las orejas o los pulmones del buzo estallen. De manera similar, el gas nitrógeno absorbido puede burbujear en la ascensión, lo que lleva a una condición potencialmente fatal llamada "las curvas". Por otro lado, si un buceador desciende a aguas más profundas demasiado rápido, crea una situación similar a un vacío interno, lo que hace que las membranas se rompan.