Según el Know How de jardinería, el agua puede afectar el crecimiento de las plantas tanto positiva como negativamente. Cuando las plantas reciben el tipo correcto y la cantidad correcta de agua, florecen. Sin embargo, demasiada agua puede provocar la pudrición de la raíz. Si no hay suficiente agua, la planta no puede obtener los nutrientes que necesita para mantener la vida. Demasiada o muy poca agua a menudo resulta en la muerte de la planta.
La cantidad de agua necesaria para mantener las plantas saludables varía según el tipo de planta en cuestión. Por ejemplo, ciertos tipos de cactus del desierto necesitan muy poca agua para mantener la vida, mientras que otras especies de plantas necesitan un suministro constante de agua dulce para mantenerse saludables.
El tiempo también es importante. Durante ciertas etapas del ciclo de crecimiento, algunas plantas son más sensibles al estrés causado por muy poca o demasiada agua. Un jardinero puede verificar la cantidad de agua en el suelo de una planta insertando un dedo en el suelo. El suelo húmedo tiene suficiente agua, mientras que el suelo seco necesita ser regado. Otros signos de que una planta necesita agua incluyen una maceta o suelo más liviano de lo normal que se está alejando de los lados de la maceta.
El crecimiento de la planta también puede verse afectado por contaminantes dentro del agua. El agua salada, la lluvia ácida y la escorrentía contaminada pueden devastar la vida vegetal. Por ejemplo, el agua que contiene altas concentraciones de sal deshidrata las plantas, evita que crezcan e inhibe su capacidad de fotosíntesis.