Si bien las aletas de una ballena son similares en estructura y función a las de un pez, las ballenas y los peces no están estrechamente relacionados, por lo que sus similitudes se definen como análogas, no homólogas. El desarrollo de las aletas en dos de estos animales no relacionados es un ejemplo de evolución convergente.
En contraste, las estructuras homólogas suelen ser el resultado de una evolución divergente, cuando dos especies se desarrollan a partir de un ancestro común. La cola de un mono y el hueso de la cola humana, o cóccix, son ejemplos de estructuras homólogas. Los humanos y los monos se desarrollaron a partir de un ancestro común que tenía una cola, pero mientras los monos mantuvieron la estructura a medida que evolucionaban, los humanos no.