La corteza de un perro puede tener entre 60 y 110 decibeles o más de volumen. El perro más ruidoso del mundo, a partir de 2013, tenía una corteza de 113.1 decibelios.
La mayoría de los perros ladran entre 80 y 90 decibeles de volumen, casi tan alto como un humano que grita. Los decibeles son una medida de la intensidad del sonido, no del volumen absoluto. Los niveles de ruido en las perreras pueden estar entre 95 y 115 decibelios, debido a las propiedades acústicas de la arquitectura. Los perros que ladran a ese nivel se consideran un riesgo laboral, ya que los niveles superiores a 85 decibelios pueden dañar la audición si se prolonga la exposición al ruido.