El racismo, que es la creencia de que ciertos grupos étnicos son superiores a otros, sigue siendo un lugar común en todo el mundo. Sus efectos se pueden sentir, en diversos grados, en cada continente.
En Australia, de 2009 a 2010, los ataques racistas contra los indios aumentaron, lo que llevó al gobierno de la India a emitir un aviso de viaje sobre los peligros actuales de viajar al continente. En toda Europa occidental, los árabes y los judíos siguen sufriendo sentimientos negativos y ataques racistas como resultado de las hostilidades en el Medio Oriente. La pobreza generalizada y la falta de propiedad de la tierra por parte de los africanos en Zimbabwe han sido acusados de aumentar el racismo contra los agricultores blancos.
La discriminación es evidente en todo el Medio Oriente, que está dirigida principalmente a los trabajadores extranjeros de bajos salarios. Los informes de que los pasaportes se retiran indefinidamente y los trabajadores que reciben un trato inhumano también son habituales. En Camboya persiste un fuerte sentimiento anti-vietnamita, y la violencia contra los chinos ricos es un problema en Indonesia. En la India, continúan las prácticas discriminatorias de siglos de antigüedad contra los dalits, la clase más baja del hinduismo. En los Estados Unidos, el racismo es un problema obstinado y bien conocido, que se manifiesta como el perfil racial, la brutalidad policial y la reacción violenta contra los inmigrantes de hoy en día.
