El carbón, el petróleo y el gas natural son tres tipos principales de combustibles fósiles. Los combustibles fósiles son materiales combustibles que se forman a lo largo de millones de años por la descomposición de la vida vegetal y animal.
El petróleo se extrae del suelo como petróleo crudo y se refina en productos como gasolina, diesel y combustible para aviones. Si bien el uso del petróleo ha sido esencial para el desarrollo humano, tecnológico, económico y social, existen muchos problemas asociados con este combustible fósil. La perforación de petróleo destruye los hábitats naturales, y el proceso de refinación consume mucha energía y utiliza productos químicos tóxicos. La quema de petróleo emite dióxido de carbono y otros contaminantes a la atmósfera, y el transporte de petróleo puede provocar derrames de petróleo.
El carbón generalmente se extrae a través de la minería, y su uso ha sido históricamente un factor para elevar los niveles de vida en todo el mundo a través del suministro de empleos y electricidad. Sin embargo, la minería de carbón es perjudicial para la salud humana, y cuando no está regulada, puede ser un trabajo peligroso y mortal. La quema de carbón libera dióxido de carbono y se sabe que causa contaminación por ozono y lluvia ácida.
El gas natural es una mezcla de metano y otros hidrocarburos. Se utiliza para calentar y para hacer una variedad de productos, como pinturas, plásticos, vidrio y papel. También produce dióxido de carbono cuando se quema, pero tiene una menor producción de carbono en comparación con el carbón y el petróleo. La extracción de gas natural puede ser muy perjudicial para el medio ambiente.