Los hombres sabios trajeron oro, mirra e incienso al bebé Jesús, que nació en un pesebre. Los hombres sabios habían estado siguiendo una estrella que los llevó al lugar exacto donde estaría el niño. Nació en Belén, una ciudad en Israel. Estos dones fueron significativos, ya que simbolizaban en quién se convertiría Jesús y el tipo de ministerio que tendría.
Oro: Este es un metal precioso considerado como asociado a la realeza. Dado que Jesús estaba destinado a convertirse en el rey de Israel, los sabios pensaron que era apropiado traer regalos que serían relevantes para su llamamiento o estación en la vida.
Mirra: Este regalo en particular parece bastante peculiar, ya que generalmente se usa para preservar a los muertos o embalsamarse. Sin embargo, significó el tipo de ministerio que Jesús tendría y cómo su muerte sería de gran importancia para los seres humanos.
Incienso: El aroma dulce del incienso caracterizó la adoración en el templo desde los días de Moisés. Este regalo normalmente se mezcla con aceite y se usa para ungir a los sacerdotes israelitas. El regalo fue presentado a Jesús para representar su oficio como un sacerdote que mediaría entre los hombres y Dios.
