Un idealista se enfoca en las cosas como deberían ser, mientras que un realista se enfoca en las cosas como son. Mientras que un idealista no está satisfecho hasta que ve que la realidad alcanza su estado óptimo, un realista se contenta con Los resultados más aproximados. Estas dos filosofías están basadas en distintas metafísicas que se originaron en la antigua Grecia.
El idealismo es un enfoque en el ideal, lo que es perfecto e incorrupto. Para el idealista, las ideas son la verdadera realidad. Esta forma de pensar, en gran parte, proviene de Platón, quien concibió un plano especial de existencia en el que cada idea tiene una forma pura y perfecta. Para Platón, la verdadera sabiduría y la iluminación vienen cuando uno experimenta conscientemente estos ideales. Por lo tanto, los idealistas no están satisfechos con las imperfecciones de lo mundano. En general, confían en su capacidad para implementar su concepción del "bien" a pesar de las considerables obstrucciones prácticas.
Los realistas ven las cosas como son. A diferencia de los idealistas, son más propensos a aceptar obstáculos y conformarse con "lo suficientemente bueno". Aristóteles, un estudiante de Platón, defendió una forma temprana de realismo. Rechazó la noción de un plano de formas perfectas. En lugar de concebir el mejor orden social posible, estudió los sistemas de gobierno existentes y analizó sus fortalezas y debilidades para determinar qué funciona en la realidad.