Un sistema desarrollado por el Instituto Gemológico de América en la década de 1950 que clasifica los diamantes por color, claridad, corte y peso en quilates determina el precio de un diamante. cuatro categorías.
Cuanto menos color tenga un diamante, mayor será el precio por quilate. Los diamantes incoloros son muy raros, mientras que los diamantes de color amarillo claro o marrón están en la gama de colores normales. Cada diamante recibe una clasificación alfabética basada en su color y fluorescencia cuando se expone a la luz ultravioleta. La letra A representa diamantes completamente incoloros y Z representa diamantes en su mayoría de color amarillo o marrón.
Un grado de claridad está determinado por la cantidad de manchas o inclusiones que contiene el diamante. Estos incluyen rasguños o muescas en la superficie del diamante o minerales atrapados dentro de la piedra. Estas características también ayudan a los gemólogos a determinar si un diamante es real o una imitación, ya que los diamantes reales suelen tener defectos. Hay 11 grados de claridad, comenzando con el grado impecable extremadamente raro.
El corte de un diamante determina la precisión con la que la luz se refleja a través de las facetas del diamante. Un diamante bien cortado tiene el brillo de la luz blanca reflejada, destellos de color llamados fuego y centelleo o áreas claras y oscuras. El peso en quilates del diamante es el factor final que determina el precio. Un quilate métrico es igual a 0.2 gramos, y cada diamante se pesa con precisión dentro de 0.001 quilates. Cuanto mayor sea el peso en quilates, más costará el diamante.