Junto con el peso del diamante, el color, la claridad y el corte afectan el valor de la gema. Además de lo bien que se cortó el diamante, la forma real en que se corta es otro factor que determina su valor.
Los diamantes pueden variar desde ser incoloro hasta ser de color amarillo claro, y muchos incluso pueden adquirir un tono azul o rosa. Los gemólogos califican los diamantes en una escala de acuerdo con la cantidad de color que tienen. Cuanto más incoloro es el diamante, más valioso es, ya que esta es una característica rara. El color de un diamante a veces se ve afectado por el tratamiento de radiación, que también reduce el valor de la gema.
Similar al color, la claridad es otro factor importante para determinar el valor del diamante. Cuanto más clara es la gema, mayor es su valor. Muchos diamantes tienen inclusiones o exclusiones. Las inclusiones son defectos internos, y las exclusiones son defectos externos. Los diamantes también pueden mostrar plumas, puntos, puntos de carbón, nubes y agujas. Algunas de estas fallas pueden hacer que el diamante sea susceptible de agrietarse, lo que afectaría su valor.
El objetivo al cortar un diamante es exponer su brillo. Los ángulos y facetas del corte afectan la forma en que la piedra refleja la luz. Los diamantes bien cortados reflejan mejor la luz. Del mismo modo, los joyeros pueden elegir diferentes formas de corte elegante como esmeralda, princesa, marquesa, pera y óvalo.