Una actitud social es una tendencia adquirida a evaluar las cosas sociales de una manera específica. Se caracteriza por creencias, sentimientos y comportamientos positivos o negativos hacia una entidad en particular. La actitud social tiene tres componentes principales: emocional, cognitivo y conductual. Hay actitudes explícitas e implícitas.
El componente emocional es el sentimiento experimentado en la evaluación de una entidad en particular. El aspecto cognitivo implica pensamientos y creencias adoptados hacia el sujeto, mientras que el componente conductual es la conducta que resulta de una actitud social. Un individuo con una actitud explícita es consciente de ello y de cómo dicta su comportamiento y sus creencias. Por otro lado, una persona puede no ser consciente de su actitud implícita, aunque todavía puede influir en sus creencias y comportamiento.
La gente elige actitudes sociales a partir de experiencias personales u observación. Asimismo, los roles y normas sociales pueden dictar la formación de actitudes. Los roles sociales determinan el comportamiento que se espera que un individuo ocupe en una posición o contexto particular en la sociedad, mientras que las normas sociales definen la conducta que es aceptable para la sociedad.
Sin embargo, la actitud social no siempre conduce a un comportamiento específico. Por ejemplo, alguien puede favorecer las políticas de un político específico, pero no puede votar. Las actitudes se pueden abandonar de la misma manera que se aprenden.