Un ejemplo de xenocentrismo sería la creencia de que los vinos en Italia son muy superiores a los producidos en los Estados Unidos. El término xenocentrismo se refiere a la preferencia de ideas y productos de una cultura extranjera en lugar de nativo propio.
Otro ejemplo de xenocentrismo es la preferencia de los artistas del Renacimiento por el arte de los antiguos griegos, que los europeos tienden a emular en sus propios productos artísticos. El movimiento de primitivismo del siglo XVIII es otro ejemplo xenocéntrico. Los seguidores de este movimiento romantizaron la idea del noble salvaje que no había sido corrompido por la civilización, y los seguidores reflejaron sus creencias en diversos campos, como la etnografía, la filosofía y el arte.