Una interacción común entre los componentes bióticos y abióticos de un ecosistema es la fotosíntesis. La luz solar es abiótica (únicamente energía) y alimenta la síntesis de azúcares y proteínas dentro de las células de las plantas una vez que es absorbida planta de hojas.
Un metro cuadrado de tierra en la Tierra puede recibir un máximo de poco más de 1 kilovatio de luz solar. Esta energía está disponible para que las plantas la absorban a través de sus tejidos verdes, principalmente las hojas. Una vez absorbida, la energía del sol es utilizada por orgánulos especiales, llamados cloroplastos, para sintetizar moléculas orgánicas con alta energía potencial. Estas moléculas se transportan a través de los tejidos de la planta y se utilizan para impulsar la producción de los tejidos de la planta. En el proceso, la planta excreta oxígeno, que también es un insumo abiótico que los animales pueden utilizar para su propio uso.
La fotosíntesis requiere algo más que luz solar. Otro componente abiótico del metabolismo de las plantas es el dióxido de carbono, que es absorbido por las plantas a través de pequeñas aberturas en sus hojas llamadas estoma. El agua es también un importante componente abiótico de la fotosíntesis. El agua es utilizada por los cloroplastos como solvente y como ingrediente en la construcción de azúcares. Una vez sintetizados, estos azúcares están disponibles para ser utilizados por el resto del ecosistema a través del consumo por herbívoros.