La integración hacia adelante es una forma de integración vertical en la que una empresa toma el control de las actividades comerciales una vez realizadas por sus clientes minoristas o de distribución. Un fabricante que vende productos directamente a los consumidores en lugar de vender a través de mayoristas o minoristas es un ejemplo primario de integración hacia adelante.
Los agricultores o productores que venden productos en un mercado en lugar de a través de un canal de distribución tradicional son otro ejemplo de integración hacia adelante. Una de las principales ventajas de la integración hacia adelante es un mayor poder y autoridad en el mercado. La compañía que se integra tiene una interacción más directa con sus clientes finales que un productor que vende a un revendedor.
Otro beneficio importante de la integración hacia adelante es la reducción de costos y el aumento del potencial de ganancias. Cada compañía en un canal de distribución marca el costo de los bienes antes de revenderlos. Al eliminar los pasos, un productor puede vender a los clientes finales con posibles ahorros y, al mismo tiempo, aumentar el margen de ganancia en cada venta.
Un inconveniente principal de la integración hacia adelante es que los productores o distribuidores pueden expandirse demasiado al asumir nuevas actividades comerciales. Los fabricantes, mayoristas y minoristas desempeñan funciones distintas dentro del canal de distribución. Un productor también puede enfrentar altos costos de inversión inicial para comenzar o adquirir nuevas instalaciones para funciones de distribución o reventa.