El relativismo ético es la opinión de que no hay objetivo correcto o incorrecto. En cambio, los juicios se hacen de manera diferente por cada individuo, dependiendo de varios factores contribuyentes.
El relativismo ético simplemente significa que diferentes personas pueden creer diferentes verdades. Incluso en una situación en la que se presentan los mismos hechos a dos individuos, cada uno puede hacer un juicio subjetivo que difiere del otro en función de sus creencias.
Hay ligeras variaciones del relativismo. El relativismo moral descriptivo es meramente el reconocimiento de que existen diferencias en la semántica de lo que es bueno, malo o verdadero. Resiste la posición de que cualquiera de estas determinaciones son más o menos válidas que cualquier otra. El relativismo metaético es la creencia de que términos como "bueno", "correcto", "incorrecto" o "malo" no son verdades universales y dependen en gran medida de la tradición, la cultura, la religión y las opiniones de un individuo o grupo. Por último, el relativismo ético normativo es la creencia de que existen diferencias, y cada persona debe tolerar esas diferencias, incluso cuando son contradictorias entre sí.