Un monopolio contribuye al aumento de precios, conduce a la creación de productos inferiores y desalienta la innovación. Los monopolios inhiben el libre comercio y limitan la eficacia de una economía de libre mercado.
En un monopolio, el único proveedor de un bien o servicio tiene la capacidad de fijar los precios. Si bien puede haber relativamente poca demanda de un producto, el proveedor puede cobrar precios exorbitantes porque a los consumidores no les quedan alternativas. En lugar de tener que innovar y mejorar para seguir el ritmo de la competencia, los proveedores pueden incluso dejar que la calidad de sus productos disminuya. Los consumidores casi siempre tienen una opción, pero cuando existe un monopolio, las alternativas disponibles no son sustitutos fáciles.
Hay casos en los que permitir un monopolio puede tener un impacto positivo en la economía. Algunas empresas requieren una gran inversión de capital por adelantado. Si no se permitiera un monopolio en estos casos, nadie participaría por temor a no poder recuperar su inversión y generar ganancias. La construcción de una central eléctrica es un ejemplo de este escenario. Una vez que se completa la planta, la compañía que la construyó tiene el derecho exclusivo de comercializar un área de servicio determinada durante un período de tiempo predeterminado.