La lluvia ácida puede causar daños inmediatos a las células de las plantas y animales, así como efectos prolongados del daño residual en el futuro. Más directamente, las células vivas requieren un nivel de pH equilibrado para crecer y dividir adecuadamente La lluvia ácida puede reducir el nivel de pH de una célula, interrumpiendo el funcionamiento típico de la mitosis.
La contaminación del aire conduce a una acumulación de dióxido de carbono en la atmósfera que produce una lluvia ácida cuando el exceso de dióxido de carbono se combina con moléculas de vapor de agua. El resultado es la precipitación con un bajo nivel de pH. Muchas plantas y animales son sensibles a la acidez y pueden sufrir daños si los niveles de pH caen muy por debajo del nivel neutro.
En particular, las plantas jóvenes son susceptibles al daño de la lluvia ácida, ya que las raicillas y los brotes de las hojas son estructuras especialmente delicadas. Esto puede interrumpir el crecimiento de la planta de manera inmediata, evitando que la planta divida sus células y adquiera masa.
Como un paisaje experimenta la lluvia ácida en forma prolongada, estos químicos ácidos pueden interrumpir el flujo de nutrientes a la vida vegetal, desestabilizando el ecosistema local. Cuando las plantas locales luchan por sobrevivir y crecer, los animales que se alimentan de ellas ven disminuir sus propias fuentes de nutrientes. Las áreas donde la lluvia ácida es común típicamente tienen condiciones del suelo con niveles bajos de pH, y esto a menudo prohíbe el crecimiento y la supervivencia de algunas plantas. Como resultado, los animales locales deben desarrollar nuevos hábitos alimenticios o huir a áreas más adecuadas para sus necesidades nutricionales.