Jean Baptiste Pierre Antoine de Monet, Chevalier de Lamarck, fue uno de los primeros naturalistas en proponer una teoría de la evolución integral. Sus mecanismos propuestos eran diferentes de los de Charles Darwin y Alfred Wallace, y en las pruebas resultaron ser inadecuados. Aunque Lamarck no tuvo en cuenta la idea de la selección natural, se sabe que su teoría propuesta influyó en el trabajo de Darwin y Wallace.
Lamarck propuso dos principios generales de evolución: la herencia de las características adquiridas y la ortogénesis. La ortogénesis, que ha sido desacreditada por los evolucionistas modernos, es la idea de que la evolución necesariamente adquiere un impulso propio al impulsar a los organismos a niveles cada vez más altos de complejidad. La comprensión moderna de la biología ha descartado esta noción como teóricamente errónea, señalando que los primeros organismos difícilmente podrían haberse vuelto menos complejos de lo que ya eran. El aparente impulso hacia una mayor complejidad es, por lo tanto, en gran medida un artefacto de otros factores en la evolución.
La herencia de los rasgos adquiridos fue la propuesta de la firma de Lamarck. De ser cierto, significaría que las especies evolucionan por el mecanismo de individuos que se esfuerzan por desarrollar un rasgo único, como un cuello más largo o músculos más fuertes, y luego transmiten ese rasgo mejorado a la descendencia mediante algún mecanismo desconocido. La articulación de Darwin de la selección natural proporcionó una explicación alternativa para la diversidad, la de la supervivencia no aleatoria, y se ha encontrado que es mucho más precisa que el trabajo de Lamarck.