Las olas del océano son una expresión de energía que se mueve a través del agua. Las olas oceánicas más comunes son causadas por vientos superficiales que empujan el agua hacia la tierra. La actividad sísmica también puede causar olas, como los tsunamis creados por terremotos submarinos o deslizamientos de tierra. Las corrientes submarinas también pueden influir en la formación de olas, creando pequeñas oscilaciones en las profundidades del océano que pueden intensificarse una vez que las olas se aproximan a la costa.
En el océano abierto, las olas se llaman oleajes. Estos son responsables del movimiento ascendente y descendente de los barcos en el mar, y son causados por la energía cinética sobrante que se perpetúa a través del agua de mar. Sin embargo, a medida que las olas alcanzan aguas menos profundas, el suelo oceánico ascendente contrae la parte inferior de la forma de onda, lo que hace que los tramos superiores se amplifiquen. Eventualmente, la ola se vuelve demasiado alta para sostenerse, y se colapsa o se estrella. Esta es también la razón por la cual un tsunami puede comenzar a solo un metro o dos de altura en las profundidades del océano y alcanzar niveles que amenazan la vida una vez que llega a la costa.
La marea alta y baja son en realidad ondas, creadas por la interacción de los campos gravitatorios de la luna y el sol. El tirón de estos cuerpos celestes crea protuberancias en el océano, y a medida que la Tierra gira, las protuberancias crean mareas al elevar y bajar efectivamente el nivel del agua.