La visión borrosa o la pérdida de la visión pueden ocurrir después de la cirugía de la columna por varias razones, entre ellas, lesión ocular externa, ceguera cortical, isquemia retiniana, ION lumbar y glaucoma agudo, que puede asociarse con el uso de anestésicos o otros problemas, como la colocación incorrecta del paciente durante la cirugía. Puede ser difícil detectar problemas con la visión inmediatamente después de la cirugía porque los anestésicos pueden obstaculizar la visión y enmascarar otros problemas más prolongados de la pérdida de visión postoperatoria.
Los pacientes pueden experimentar lesiones oculares externas, evidentes como traumatismos en la córnea, cuando se produce irritación, abrasión o laceración en la córnea. La inflamación y la infección, así como el dolor y otros problemas oculares, son síntomas comunes de las lesiones oculares externas.
Si bien los síntomas más graves de la ceguera cortical, como la pérdida general de visión, pueden recuperarse después de un tiempo, el paciente a menudo todavía experimentará dificultades para detectar relaciones espaciales y juzgar las diferencias en tamaños y distancias.
La isquemia retiniana a menudo ocurre después de la cirugía debido a que el paciente no está bien colocado, lo que permite la compresión externa del ojo y provoca una disminución del flujo sanguíneo a la retina y la falta de drenaje venoso adecuado.
La neuropatía óptica isquémica lumbar (LION) es un síntoma común en pacientes mayores de 50 años, pero también puede ocurrir en pacientes más jóvenes. La pérdida de sangre, la anemia, el líquido cefalorraquídeo en el nervio óptico, el uso de vasopresores y varios otros factores pueden influir en la formación de ION, según el Centro Nacional de Información Biotecnológica.
El glaucoma agudo a menudo está marcado por un ojo rojo doloroso, visión borrosa, dolor de cabeza, náuseas y vómitos.