La ausencia de electrones libres en sus estructuras es lo que generalmente hace que los sólidos iónicos sean malos conductores de electricidad. Aunque los iones son eléctricamente conductores cuando están sin unirse, los sólidos iónicos existen en forma cristalina, con cada ion Una posición relativamente fija rodeada de iones de la carga opuesta.
Esta mala conducción eléctrica se complementa con una mala conducción del calor. Las vibraciones térmicas encuentran dificultades para moverse de un extremo del sólido iónico al otro debido a la posición fija de los iones. La dureza y la fragilidad son otros dos rasgos habituales de los sólidos iónicos. Estas propiedades mecánicas se manifiestan porque los planos de iones en un cristal iónico no tienen libertad para deslizarse unos sobre otros. Cualquier intento de desplazar mecánicamente estos planos, ya sea por tensión, compresión, torsión o impacto, puede dar como resultado que dos átomos con carga similar en los planos adyacentes se encuentren y se rechacen violentamente entre sí, haciendo que el sólido iónico se fracture. Algunos sólidos iónicos, como el cloruro de sodio, son solubles en agua. Cuando estos sólidos entran en contacto con solventes polares, como el agua, sus iones de celosía son atraídos por las moléculas del solvente. Estas moléculas solventes llevan los iones de cristal lejos del grueso del cristal, causando que se disuelvan gradualmente. La agitación o el calentamiento aceleran este proceso.