Según LiveScience, el desarrollo de la pólvora fue importante en la guerra, primero por sus efectos psicológicos, ya que los chinos utilizaron flechas explosivas llamadas "fuego volador" contra sus enemigos mongoles. Cuando la invención migró a la West, sin embargo, su verdadero valor radica en su capacidad para impulsar armas de asedio letales y, finalmente, poner el poder de fuego preciso en manos de soldados comunes y corrientes.
Antes de la invención del cañón, las armas de asedio eran grandes, difíciles de manejar y difíciles de construir. La pólvora como propulsor aumentó la fuerza disponible para proyectar misiles hacia los emplazamientos enemigos, tanto incrementando el daño que estas armas podrían causar como también aumentando su precisión. Además, los ingenieros llamados zapadores podían cavar en las fortificaciones enemigas y empacar sus túneles con pólvora, eliminando los muros del castillo con poder explosivo. La miniaturización del cañón en armas de fuego dio una capacidad destructiva similar a la de los soldados ordinarios en el suelo, permitiéndoles un alcance efectivo mucho mayor que el que tenían con sus arcos y ballestas anteriores. Las armas de fuego también requerían menos entrenamiento que los arcos largos, y los proyectiles de alta velocidad podrían incluso perforar la armadura de placas que llevaban los caballeros de la época. En última instancia, la pólvora requirió una reinvención completa del arte de la guerra, y los países que tardaron en adoptar la nueva tecnología pagaron el precio en el campo de batalla.