El equilibrio ecológico es importante para la supervivencia y la existencia continua de los organismos, así como para la estabilidad del medio ambiente. El equilibrio natural en el ecosistema, que debe mantenerse, puede verse alterado como resultado de peligros naturales, la muerte inesperada de una especie en particular, causas provocadas por el hombre o la introducción de nuevas especies en el ecosistema.
El equilibrio ecológico es una condición de un equilibrio dinámico dentro de un ecosistema en el que las especies, la genética y la diversidad del ecosistema permanecen en un estado estable independientemente de las variaciones graduales a través de la sucesión natural. La estabilidad del ecosistema se caracteriza por dos propiedades: resiliencia y resistencia. La resiliencia es una propiedad que se manifiesta en un ecosistema cuando los organismos se matan o se debilitan. La resiliencia también se refiere a la velocidad a la que la densidad de una población en un ecosistema vuelve al equilibrio después de una perturbación particular. La resistencia representa el potencial de un ecosistema para evitar que la población animal y los árboles sucumban a estreses como la alta contaminación o la sequía.
La diversidad se mantiene cuando los organismos interactúan, y la mejora o destrucción de una especie específica en un ecosistema puede afectar a la densidad de la población entera con el tiempo. Algunas especies, como la nutria marina, desempeñan un papel importante en el mantenimiento del equilibrio ecológico y se conocen como especies clave.