Las plantas no sienten dolor de la misma manera que los animales porque carecen de cerebro y sistema nervioso. Sin embargo, existe evidencia de que las plantas reaccionan a los daños al emitir sustancias químicas o gases que comunican molestias o estrés y que de alguna manera se adaptan para minimizar estas molestias.
Aunque algunos científicos se oponen al concepto de neurobiología de las plantas porque es antropomorfismo, ya que las plantas no tienen neuronas, otros consideran que es una metáfora útil de la adaptabilidad de las plantas. En lugar de cerebros, las plantas utilizan una red compleja de células sensibles para recopilar datos de sus entornos y reaccionar ante ellos. Al emitir un olor cuando se cortan o se comen, se comunican con las plantas cercanas, que pueden reaccionar al peligro produciendo productos químicos defensivos. Un estudio reciente mostró que las plantas también pueden comunicar el dolor o el estrés de la sequía de una raíz a otra.
Un estudio en Alemania usó un micrófono láser para detectar el nivel de estrés en las plantas. Los gases que emitían las plantas cuando reaccionaban a diversos estímulos fueron captados por el micrófono como sonidos. Según los investigadores, los niveles de estrés que exhibían las plantas cuando se cortaban las partes se traducían como las plantas que lloraban de dolor. Los científicos utilizan esta información para idear formas de controlar el estado de las plantas para que puedan enviarse de un lugar a otro sin pudrirse. Los agricultores también pueden, en teoría, utilizar monitores de sonido de plantas para detectar infestaciones tempranas de plagas.