Según la Coalición de Vida Silvestre de DFW, las zarigüeyas son altamente resistentes a una variedad de enfermedades animales, como el moquillo y la rabia. Las pruebas de las poblaciones de zarigüeyas silvestres no muestran incidencias recurrentes de rabia. Una teoría común es que la temperatura corporal constantemente baja de la zarigüeya no permite que el virus de la rabia sobreviva bien. Todavía es muy importante consultar con un médico si es mordido o rayado por una zarigüeya.
La National Opossum Society explica que las zarigüeyas generalmente representan un riesgo de salud menor para los humanos que para los perros o gatos. Los opales tienen una alta inmunidad a las enfermedades y son más resistentes a la rabia que las vacas, cabras, perros, gatos y ovejas; sin embargo, esto no significa que no puedan portar la enfermedad. Se debe evitar la interacción con una zarigüeya si es posible.
Según el Departamento de Pesca y Vida Silvestre de Washington, existe evidencia que apunta a la zarigüeya como un potencial portador del parásito que causa la mieloencefalitis por protozoos equinos, también conocida como EPM. EPM es una enfermedad que se encuentra en los caballos, y los síntomas incluyen espasmos, mareos y debilidad. Nunca es una buena idea para los propietarios alimentar zarigüeyas, ya que esto puede hacer que los animales pierdan el miedo a los humanos y, a su vez, se vuelvan agresivos cuando no se satisfacen sus necesidades de alimentación.