Los cloroplastos se encuentran en plantas y en algunos organismos protistas. Estos organismos usan pigmentos verdes llamados clorofila para convertir la luz en energía a través de una serie de reacciones químicas.
Un cloroplasto es un orgánulo, una parte más pequeña de una célula que tiene funciones especializadas. Al igual que las mitocondrias en las células animales, los cloroplastos contienen su propio ADN y se reproducen por separado de las células que los contienen. Debido a su similitud con las mitocondrias y las bacterias, los científicos creen que los cloroplastos estuvieron separados y lograron unirse a las células de un organismo en lugar de ser digeridos por una célula atacante. Esta integración formó una relación simbiótica que permitió que estas formas de vida prosperaran bajo el sol.