La frase aparece en un libro de 1632 de J. Morgan Gent y en un intercambio de 1655-1656 entre Thomas Hobbes y John Bramhall. Aunque su origen exacto no está claro, las primeras apariciones en inglés de la frase fecha De vuelta al siglo XVII.
Algunos expertos remontan los orígenes de la frase a la mitología griega y romana y la historia de Ícaro y Dédalo, quienes construyeron alas para escapar del Laberinto en Creta. Se dice que Daedalus obtuvo las plumas utilizadas para hacer las famosas alas de la pareja al matar dos pájaros con una sola piedra. Otra teoría común atribuye la frase al poeta romano Ovidio.