Los niveles normales de ALT están entre 7 y 55 unidades por litro, y los niveles normales de AST están entre 8 y 48 unidades por litro, según la Clínica Mayo. Los niveles de ALP deben estar entre 45 y 115 unidades por litro, y la albúmina debe estar entre 3.5 y 5.0 gramos por decilitro.
Los niveles de bilirrubina deben estar entre 0.1 y 1.0 miligramos por decilitro en un individuo normal, según la Clínica Mayo. Los niveles de GGT deben estar entre 9 y 49 unidades por litro, LD entre 122 y 222 unidades por litro y PR entre 9.5 y 13.8 segundos. Los resultados normales pueden variar ligeramente entre los laboratorios y las mujeres y los niños pueden tener niveles normales ligeramente fuera de estos rangos. Cuanto más lejos estén los resultados de las pruebas de un paciente de los rangos normales, mayor será el riesgo de enfermedad hepática.
Para administrar un análisis de sangre para la función hepática, un proveedor de atención médica extrae sangre de una vena del brazo, explica la Clínica Mayo. Esta sangre se envía a un laboratorio para su análisis, y los resultados se entregan a los pacientes en un lapso de varias horas a varios días. Se puede pedir a los pacientes que eviten los alimentos y ciertos medicamentos antes de una prueba de función hepática y deben obedecer las órdenes de los médicos a este respecto, ya que ciertos medicamentos y alimentos pueden afectar los resultados. Hay pocos riesgos asociados con una prueba de función hepática, aunque algunos pacientes experimentan dolor leve en el sitio de la aguja.