Las plantas, la vida silvestre y el ecosistema en general del desierto del Sahara están amenazados por actividades humanas, como el exceso de ganado, la creciente demanda de leña, el desarrollo del riego y la caza de alimentos y deportes. Las áreas del Sahara que enfrentan las mayores amenazas y el deterioro ambiental están cerca de fuentes permanentes de agua u oasis.
La viabilidad de la vida vegetal cerca de los oasis está amenazada debido a las altas poblaciones de animales domésticos que pastan en cantidades insuficientes de vegetación. Además, los habitantes locales retiran las plantas para la leña, que termina siendo utilizada un 30 por ciento más rápido de lo que se puede producir. Las personas que viven en pueblos y ciudades buscan leña a una distancia de hasta 300 kilómetros de sus hogares. Además, el desarrollo de agua irrigada ha conducido a altos niveles de sal en el suelo debido a problemas de drenaje.
La degradación de la vida de la planta da como resultado un aumento del polvo en el aire y una disminución de la lluvia. Además, las poblaciones de animales que se han adaptado al hábitat desértico, como el antílope, se han reducido considerablemente gracias a la caza, tanto para la alimentación como para el deporte.
El Desierto del Sahara, también conocido como el Gran Desierto, está casi intacto y despoblado. Es el desierto caliente más grande del mundo y representa aproximadamente el 10 por ciento del continente africano. Las plantas perennes que existen en el Sahara pueden crear estabilidad ambiental y alimento tanto para humanos como para animales. Las frutas, semillas y hojas de estas plantas proporcionan nutrición, cobertura vegetal y una fuente de leña. Las áreas de cultivo para plantas perennes también pueden brindar protección a las especies en peligro de extinción.