La Universidad de Nueva York afirma que los efectos de la falta de oxígeno en el cerebro dependen de la gravedad, pero incluyen dificultad para prestar atención, falta de juicio, falta de coordinación, emociones intensas y somnolencia. En casos más graves, los efectos incluyen convulsiones, pérdida de conciencia y dificultad para respirar. Si el cerebro se queda sin oxígeno durante más de cuatro minutos, las células cerebrales comienzan a morir y una mayor falta de oxígeno puede causar la muerte.
Según la Universidad de Nueva York, muchas condiciones pueden llevar a una falta de oxígeno en el cerebro. Cualquier fallo del sistema respiratorio, ya sea debido a una lesión, las toxinas (como el monóxido de carbono), el ahogamiento o la inhalación de humo pueden reducir la cantidad de oxígeno que entra en la sangre y, por lo tanto, llega al cerebro. Las interrupciones del flujo sanguíneo, como la obstrucción o rotura de los vasos sanguíneos o el paro cardíaco, también pueden impedir que el oxígeno llegue al cerebro.
La Universidad de Nueva York afirma que el diagnóstico de falta de oxígeno en el cerebro implica una serie de pruebas diferentes, pero el factor más importante es el historial médico. Las pruebas incluyen exámenes físicos y análisis de sangre. Si es necesario, también se realizan exploraciones de imágenes del sistema cardíaco o respiratorio. También puede ser útil controlar la actividad del corazón o el cerebro mediante un electrocardiograma y un electroencaphalogram. Los tratamientos deben centrarse tanto en la falta inmediata de oxígeno como en las condiciones subyacentes.