El orgullo es el principal defecto trágico presente tanto en Edipo Rex como en su hija Antígona. Un defecto trágico, o hamartia, es el defecto en el carácter de un héroe que ayuda a provocar su caída. Tanto Edipo como Antígona estaban tan seguros de que solo ellos conocían el camino moral, incluso frente a los consejos de otros, que no siempre se detenían a pensar en todas las posibilidades.
Edipo había sido advertido de su destino: estaba destinado a matar a su padre y casarse con su madre. No sabía quiénes eran, pero en sus propios sentimientos de autosuficiencia, trató de escapar de su destino sin tratar de encontrar la identidad de sus padres. Estaba tan orgulloso de su habilidad para frustrar su destino que ni siquiera pensó que era una posibilidad de que el hombre que mató fuera su padre. En el mismo sentido, nunca se le ocurrió que esta mujer mayor con quien se casaba era su madre. En su orgullo, creía que podía hacer las cosas bien y, a pesar de las advertencias que se le dieron, estaba decidido a encontrar al asesino de Laius y juró su destrucción.
Antígona también creía que sabía lo que era correcto. Cuando el rey ordenó que su hermano no fuera enterrado, su lealtad le impidió aceptar ese edicto. A pesar de las súplicas de su hermana, estaba decidida a hacer lo que pensaba que era correcto, sin pensar demasiado en cómo sus acciones afectaban a su hermana o su prometida. Su discurso a su tío, el rey, fue desafiante y orgulloso. Ella ni siquiera intentó acercarse a él desde un punto de vista más humilde.
El orgullo de ambos personajes llevó no solo a su propia caída, sino también a la de los demás.