Los sesgos personales son obstáculos subliminales que pueden minar la toma de decisiones imparcial. Por lo general, introducen opiniones y sentimientos injustificados en la contemplación de un tema, lo que dificulta llegar a una decisión objetiva y neutral. Los sesgos comunes incluyen el sesgo de confirmación, el efecto halo, el sesgo de exceso de confianza y el pensamiento grupal.
El sesgo de confirmación es la tendencia de los individuos a buscar evidencia que confirma sus propias creencias, mientras que al mismo tiempo descartan la evidencia refutada. Por ejemplo, un individuo que cree en la medicina holística busca historias de éxito mientras ignora o critica la evidencia que minimiza su eficacia. El efecto halo es la aplicación de las características positivas de una persona a diversos rasgos y escenarios. Por ejemplo, existe una tendencia a que las personas atractivas se consideren automáticamente amables, generosas e inteligentes, aunque estos rasgos no necesariamente se aplican.
El sesgo de exceso de confianza es una fuerte sobreestimación en la credibilidad y el conocimiento de un individuo o fuente. Por ejemplo, muchas personas pueden creer automáticamente un reclamo simplemente porque fue promovido por un médico o un experto. Finalmente, el pensamiento grupal es la idea de que un grupo de tomadores de decisiones tenderá a tomar decisiones que confirmen la uniformidad o armonía del grupo, lo que resultará en decisiones defectuosas o irracionales. El pensamiento grupal se hace evidente cuando los grupos sobrestiman su poder y rectitud, mantienen actitudes de mente cerrada y son presionados para mantener la unanimidad dentro del grupo.