Algunas de las propiedades de los metales son la conductividad térmica y eléctrica, la maleabilidad, la fusibilidad y la capacidad de estirarse ligeramente, como en la fabricación de alambre de cobre. La mayoría de los metales son brillantes y duros. También son versátiles en la forma en que sus propiedades pueden ser controladas o alteradas para satisfacer diversas necesidades industriales y tecnológicas.
Los átomos que forman un metal pueden deslizarse en filas y reorganizarse con relativa facilidad. Sin embargo, un metal desarrollará defectos después de un cierto grado de reorganización y perderá su maleabilidad. Un defecto es una instancia en la que una fila de átomos metálicos queda fuera de alineación y ya no puede deslizarse más allá de las filas adyacentes. Un número cada vez mayor de dichos defectos limitará significativamente la capacidad de reorganización de los átomos del metal, pero el metal también se volverá más fuerte como resultado.
