De acuerdo con la escala de dureza de Mohs, una lista de metales blandos incluye plomo, oro, plata, estaño, zinc, aluminio, torio, cobre, latón y bronce. El galio también podría considerarse un metal blando, ya que se derrite a 85.57 grados Fahrenheit. El mercurio es un metal líquido a temperatura ambiente.
En muchos casos, la suavidad de un metal es lo que lo hace valioso. La suavidad del cobre permite que se convierta en alambres delgados y en tuberías de plomería flexibles y rígidas. El cobre es demasiado blando para otras aplicaciones, pero se puede alear para producir metales algo más fuertes como el latón y el bronce.
El plomo también se puede convertir en tuberías de plomería, y algunas de esas tuberías han estado en uso desde la época de los emperadores romanos. Una de las razones de esto es que el plomo es tan suave que puede parchearse fácilmente mediante martillado o mediante la aplicación de plomo fundido. Dado que el punto de fusión del plomo es de aproximadamente 621 grados F, puede fundirse sobre un fuego normal.
Para otros metales, la suavidad es un inconveniente. Los metales preciosos como el oro y la plata se consideran demasiado blandos para usarlos todos los días, por lo que casi siempre se alean con otro metal para hacerlos más fuertes.
