Las creencias del legalismo incluyen la idea de que el orden era la preocupación humana más importante y que los humanos son inherentemente malvados. El legalismo fue una filosofía china clásica fundada por Hsün Tzu y desarrollada durante el siglo IV a. De C.
El legalismo era un sistema contrastante comparado con el taoísmo, que se inclinaba hacia la anarquía, y el confucianismo, que creía en la benevolencia. El legalismo creía que un buen gobierno solo era posible si se ignoraban los ideales imposibles de la tradición y la humanidad. Los legalistas pensaban que las ideas de educación, nobleza y ética eran inútiles para mejorar la condición humana. En su lugar, creían que los humanos solo podían ser mejorados por un gobierno fuerte.
El legalismo creía que un gobierno fuerte solo podía existir con un estricto código de ley y una fuerza policial imparcial para hacer cumplir esas leyes. Además, se esperaba que la fuerza policial castigara duramente hasta el crimen más pequeño. El legalismo era así un sistema de creencias totalitario. Su fundador, Hsün Tzu, creía que los humanos eran inherentemente egoístas e inclinados hacia el desorden social.
Según Hsün Tzu, la moralidad era algo que debía aplicarse, ya que no existe en la naturaleza. La única forma de imponer la moralidad, según este sistema, era castigar con severidad y consistentemente todas y cada una de las infracciones.