Aparte del color rojizo obvio, las algas rojas obtienen energía de la fotosíntesis y, a diferencia de otras especies de algas, carecen de flagelos y centríolos. Hay aproximadamente 4,500 especies de algas rojas, que van desde organismos unicelulares a algas multicelulares.
A diferencia de otras clasificaciones de eucariotas, los cloroplastos de algas rojas no contienen un retículo endoplásmico o tilacoides no apilados. La mayoría de las especies de algas rojas son macroscópicas, multicelulares, capaces de reproducirse sexualmente y poseen una alteración de generaciones.
El color rojizo proviene del enmascaramiento de clorofila por pigmentos de ficoeritrina y ficocianina. Estos pigmentos absorben la luz azul y reflejan la luz roja para producir un tono rojizo. Este color distintivo es un mecanismo evolutivo, que permite que las algas rojas prosperen a mayores profundidades en relación con otros tipos de algas.
Las algas rojas son comunes en ambientes tropicales y subtropicales. La mayoría de las especies tienen una apariencia delgada, pero se conectan y se ramifican entre sí para formar cuerpos en forma de arbustos en expansión. Dependiendo de la especie, las algas rojas pueden contener células con plumas, ramificadas, planas o filamentosas.
La mayoría de las especies de algas rojas segregan carbonato de calcio y juegan un papel vital en la construcción de arrecifes de coral. Ciertas especies de algas rojas, como Nori, sirven como fuente de alimento fundamental, mientras que otras especies, como el musgo irlandés, sirven como espesante o conserva para la pasta de dientes, helados, pudines y una variedad de otros alimentos y bebidas.