La historia de Hugo e Imelda, una pareja que vive en Santa Rosa, cuenta la historia de por qué las mujeres lavan los platos. Esta historia se usa a menudo en estudios culturales, ya que explica cómo La tradición vino a ser en las Filipinas.
En este cuento, la esposa Imelda obliga a su esposo Hugo a lavar sus propios platos, amenazándolo con una escoba si él se niega. Hugo finalmente se cansa de lavar los platos después de trabajar en los campos y se niega. En el argumento que sigue, la pareja apuesta a que quien habló primero tenía que lavar los platos para siempre. El silencio se prolongó tanto tiempo que los vecinos pensaron que la pareja había muerto y vinieron a enterrarlos. Imelda, aterrorizada ante la idea de ser colocada en un ataúd, habló primero, gritando "¡No nos toques!" Hugo gritó de alegría, porque su mujer tendría que lavar los platos para siempre.