La diferencia más notable entre un caracol y una babosa es la falta de caparazón de la babosa. En un caracol, la concha alberga y protege la joroba visceral, donde se encuentran los órganos del caracol. Por otro lado, una babosa puede tener una "cubierta" interna, que es más como un depósito de calcio, que ayuda a proteger los órganos internos.
Además de la cáscara, los dos organismos también difieren en su tamaño y comportamiento general. Debido a que el tamaño de la babosa no está restringido por una concha, las babosas pueden llegar a ser mucho más grandes que los caracoles. Las babosas también son más maniobrables que los caracoles y generalmente pueden caber en espacios más pequeños y estrechos. Esto permite que las babosas pongan sus huevos en lugares más seguros y más adecuados.
El caracol y la babosa también difieren en cómo se defienden de los depredadores. Generalmente, un caracol se enroscará en su caparazón cuando sea amenazado. Debido a la falta de un caparazón, las babosas han tenido que desarrollar otras formas de defensa, que van desde limos tóxicos o extremadamente adhesivos hasta el encogimiento de su cuerpo para hacerse más compactos. Mientras se encuentra en esta postura defensiva, una bala también excretará una baba extremadamente pegajosa para pegarse al suelo, lo que dificulta que los depredadores saquen al animal.