Las propiedades de un objeto son características que lo delimitan de otros objetos. Las propiedades pueden ser desde la composición hasta el color y la ductilidad. Sin conocer las propiedades de un objeto, es imposible caracterizarlo. Por ejemplo, observar algunas propiedades comunes de los metales ayuda a diferenciarlos de los no metales o metaloides.
Los metales son eléctricamente y térmicamente conductores, maleables, dúctiles y poseen brillo. También tienen deformidad plástica, lo que significa que cualquier distorsión en la forma permanece hasta que se cambie de otra manera. Los objetos que cumplen con todos estos criterios se clasifican como metales. Para clasificar aún más un metal, se puede hacer una tabla que contenga todas las características anteriores, y se pueden agrupar por otros métodos. Por ejemplo, se puede hacer una lista de metales, desde la más conductiva a la menos conductiva. Los metales también pueden agruparse por color o dureza. Otras propiedades incluyen reactividad química o resistencia a la tracción.
Las propiedades de otros materiales ayudan en la clasificación. Por ejemplo, la escala de dureza mineral de Mohs agrupa a los minerales en una escala del 1 al 10 al probar qué materiales pueden raspar sin sufrir daños, desde el talco en el nivel uno hasta el diamante en el nivel 10. Al clasificar objetos, es mejor tener algunos puntos en común entre todos ellos para agruparlos mejor.