Los calamares se protegen con varias técnicas y mecanismos biológicos para mezclarse con el ambiente circundante, contrarrestar las amenazas que se aproximan y defenderse en caso de un ataque de un depredador o rival. Hay aproximadamente 500 especies de calamares, y todas tienen un alto nivel de inteligencia entre otros animales invertebrados.
Todos los calamares poseen cromatóforos que se encuentran en todo su cuerpo. Estas células que cambian de color permiten que los calamares se camuflen con el ambiente circundante. Combinados con sus cuerpos sombreados, con colores claros en la parte inferior y colores oscuros en la parte superior, los calamares pueden hacerse prácticamente invisibles mientras cazan presas y evaden a los depredadores.
Algunos calamares poseen fotóforos, que son células que producen luz en el cuerpo del calamar y se utilizan para atraer a compañeros, disuadir a los depredadores, proporcionar camuflaje y atraer a las presas. La activación y el patrón de estos fotóforos se realizan a través de un proceso llamado bioluminiscencia.
La excreción de tinta es otro mecanismo de defensa importante utilizado por los calamares. Adyacente al recto de un calamar está el saco de tinta, que el animal utiliza para excretar tinta para confundir o desorientar a los depredadores y rivales.
Además de servir como el mecanismo principal para agarrar y atrapar presas, la combinación de retoños y ganchos afilados que se encuentran en los dos tentáculos y ocho brazos de muchas especies de calamares también puede funcionar como mecanismos de defensa potencialmente letales.