Dos adaptaciones que han sido hechas por los glóbulos rojos son la falta de un núcleo y orgánulos, o cuerpos pequeños y especializados en la célula. Esto permite más espacio en la célula sanguínea para la hemoglobina.
La hemoglobina es una molécula que se une al oxígeno y la envía a las células. La hemoglobina también da a los glóbulos rojos su color rojo. El desarrollo de una célula especializada en transportar oxígeno por todo el cuerpo permite que el oxígeno sea utilizado de manera más eficiente por un organismo.
Los glóbulos rojos no usan el oxígeno que transportan porque carecen de orgánulos, como las mitocondrias. Debido a que no tienen núcleos, no tienen ADN ni ARN y no pueden dividirse o repararse bien. Viven unos 100 días antes de ser destruidos.
Otras adaptaciones de los glóbulos rojos son su forma de donut y flexibilidad. Estas adaptaciones les permiten pasar por pequeños capilares.
Los glóbulos rojos también liberan trifosfato de adenosina o ATP cuando se encuentran en vasos sanguíneos muy estrechos. ATP hace que los vasos se abran. Los glóbulos rojos también producen sulfuro de hidrógeno, que hace que los vasos sanguíneos se relajen.
Cuando un patógeno invade el cuerpo, los glóbulos rojos lo atacan con moléculas de radicales libres, que destruyen las paredes celulares del patógeno.