La visión comienza a afectar el sabor poco después del nacimiento, a medida que ciertos colores y texturas se asocian con alimentos buenos o malos. Esto explica por qué los huevos verdes y el jamón azul no son apetecibles para la mayoría de las personas.
Muchos experimentos han confirmado este fenómeno. En un experimento, el vino blanco se tiñó de rojo con un tinte inodoro. Se pidió a los expertos en vino que describieran su sabor, y lo describieron como si fuera un vino tinto.
El término "sabor" describe con más precisión lo que las personas experimentan como gusto. El gusto es solo un componente del sabor. El olor y la vista afectan el gusto más que el sabor real. Lo que el sentido de las papilas gustativas combina con la vista, el olfato y el tacto para crear una sensación única.
Las células de la lengua y el techo de la boca reconocen sabores que son dulces, ácidos, salados, amargos, salados y grasos. Comer y beber activa las células que no producen mal olor y permite la percepción de la temperatura, el sabor picante, el crujido o la cremosidad.
En esencia, lo que se ve bien sabe bien. Incluso la persona que sirve comida influye en su sabor. Los bistecs cocinados por un carismático vaquero tienden a saber mejor que los bistecs cocinados por una abuela bondadosa. Los recuerdos de la infancia también influyen en el gusto. Por ejemplo, el jarabe de arce de imitación puede tener un sabor más parecido al real si eso es con lo que una persona creció.