El carbón se convierte en electricidad a través de un proceso complejo que consiste en vaporizar, moler, procesar y distribuir. El acto de transformar el carbón en electricidad es toda una producción; El carbón se muele primero en un polvo calizo fino y se agrega a las cámaras de combustión de las calderas antes de quemarse a temperaturas más altas para producir gas caliente y energía térmica. Eventualmente, el carbón se envía a un generador, donde luego se convierte en electricidad y se disemina a través de cables a subestaciones y transformadores.
La conversión de carbón comienza en los sistemas de combustión de carbón pulverizado, que inician el proceso al vaporizar carbón, que luego se convierte en polvo. En su forma de polvo, el carbón se agrega a las cámaras de combustión de la caldera, que calientan la sustancia a altas temperaturas. Esta reacción produce gases calientes y energía térmica, que se combinan con el agua para formar vapor. Luego, el vapor ingresa a una turbina con palas grandes similares a hélices; aquí se convierte en un potente viento y se abre paso a un generador montado en el extremo de un gran eje de turbina vertical. En esta etapa es donde el carbón finalmente se convierte en electricidad. Después de la generación, la electricidad se transforma en altos voltajes para ganar suficiente impulso para pasar a través de largas líneas de energía. La electricidad serpentea a través de los cables a las redes eléctricas, donde se transfiere a las subestaciones para su difusión.