Las anacondas respiran a través de las fosas nasales situadas justo por encima de sus hocicos. Esta ubicación es importante para sus hábitos depredadores, ya que pueden respirar mientras están sumergidos en su mayoría bajo el agua antes de acechar a sus presas. Una vez en la distancia de ataque, brotan del agua para envolver a su presa y asfixiarla.
Algunas especies de anacondas pueden permanecer bajo el agua sin respirar durante unos 10 minutos. Esta capacidad permite una navegación rápida a través de las aguas y aún más maniobras de alimentación sigilosa. Las anacondas ocasionalmente van a tierra para atrapar a sus presas, pero prefieren permanecer dentro o cerca del agua.