Las rocas derivan principalmente de su color de sus minerales constituyentes. Las rocas ricas en feldespato y cuarzo son generalmente de color claro, mientras que las que tienen muchos piroxenos, olivinos o anfíboles son de color oscuro. Sin embargo, el tamaño de las partículas que forman la roca también puede afectar el color. Por ejemplo, las rocas de feldespato y granito pueden ser claras u oscuras, dependiendo de cómo se formaron.
El color es un criterio útil a considerar al identificar rocas desconocidas. Si bien el color solo no suele proporcionar una identificación positiva, es útil cuando se considera junto con la dureza, el origen geográfico o la estructura de la roca desconocida. Los colores exteriores de las rocas pueden alterarse por la erosión, por lo que es mejor romper una roca y observar el color del interior. También puede ser útil observar el color mientras la roca está húmeda y seca.
Aparte de la erosión, un proceso llamado meteorización química también puede hacer que cambie el color de las rocas. Por ejemplo, las rocas que contienen hierro tienden a oxidarse cuando entran en contacto con el oxígeno o el agua. Cuando comienzan a oxidarse, se vuelven de color marrón rojizo.
Independientemente de su color y composición química, todas las rocas terrestres se forman de una de las tres maneras. Las rocas sedimentarias se forman a partir de arena y polvo comprimidos, mientras que las rocas ígneas son de origen volcánico y están compuestas de magma enfriado. Las rocas metamórficas reciben su nombre porque cambiaron de estado en el pasado debido a la alta temperatura y la presión.