La contaminación del aire afecta a las plantas de diversas maneras, incluida la acidificación, la eutrofización y el ozono a nivel del suelo. Los químicos reaccionan con el aire para formar compuestos que causan daño a la vegetación. Los contaminantes del aire, incluido el ácido sulfúrico, se mezclan con las gotas de agua que forman las nubes. La lluvia ácida resultante es perjudicial para los árboles, peces, animales y otros organismos.
La contaminación del aire provoca pérdidas en cultivos, árboles, vegetación y plantas ornamentales. Las actividades comerciales e industriales humanas llevan a la contaminación del aire, que tiene efectos drásticos tanto en las plantas como en los animales. Los efectos de la contaminación del aire en las plantas pueden ser evidentes de varias maneras. El follaje desarrolla lesiones que, con el tiempo, aparecen como lesiones necróticas. El amarilleo de las hojas (clorosis) también puede ser un efecto de la acidificación. Otros síntomas incluyen moteado, bronceado, enrojecimiento y retraso del crecimiento. Cuando el dióxido de azufre y los óxidos de nitrógeno se combinan con el agua en la atmósfera, forman una lluvia ácida que intoxica el suelo y las aguas donde cae, causando daños a las plantas. La lluvia ácida debilita los árboles al destruir sus hojas, disminuyendo los nutrientes disponibles para ellos. Las sustancias tóxicas liberadas del suelo también envenenan las plantas. El agua ácida disuelve los nutrientes y otros minerales importantes en el suelo y los elimina antes de que puedan ser consumidos por las plantas. Además, los orificios de ozono en la atmósfera superior permiten una infiltración excesiva de la radiación ultravioleta del sol a la Tierra y causan daños a las plantas. De manera similar, el ozono en la atmósfera inferior previene la respiración de la planta al obstruir los estomas y dificulta las tasas de fotosíntesis de la planta, lo que dificulta el crecimiento de la planta.