En la mayoría de las denominaciones del cristianismo, el Espíritu Santo es la tercera persona en la Trinidad (junto con el Padre y el Hijo). El Ministerio de Apologética e Investigación cristiana define al Espíritu Santo como plenamente Dios, omnisciente omnipresente. El Espíritu Santo se refiere como una persona y no simplemente una fuerza. El Espíritu Santo también tiene un lugar en el judaísmo, el islam y la fe bahá'í.
El Antiguo Testamento y la Biblia hebrea se refieren al Espíritu Santo como "ruach ha-kodesh" o "Espíritu de Dios". Está compuesto de luz y fuego, y se sabe que es completamente distinto de Dios. El Nuevo Testamento incluye 90 referencias específicas al Espíritu Santo. Por ejemplo, en los evangelios sinópticos, el Espíritu Santo aparece desde el nacimiento de Juan el Bautista. Los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas afirman que la blasfemia contra el Espíritu es un pecado imperdonable.
En el judaísmo, el Espíritu Santo generalmente se refiere al aspecto divino de la profecía y la sabiduría. El Corán hace múltiples menciones del Espíritu como un agente de acción divina o comunicación. Algunas tradiciones musulmanas comparan el Espíritu con el ángel Gabriel. En la Fe bahá'í, el Espíritu Santo se usa para describir la trascendencia del espíritu de Dios a los profetas y mensajeros.