Un voltímetro mide la diferencia de voltaje entre dos puntos en un circuito eléctrico. Los dos puntos son generalmente los terminales de entrada positivo y negativo. Los voltímetros digitales y analógicos muestran sus lecturas en términos de voltios, que son unidades de medida que transmiten la fuerza de la electricidad en un circuito.
Para obtener una lectura, el usuario conecta los cables entre el voltímetro y los dos puntos, como los terminales de entrada, en el circuito. Cuando se activa el voltímetro, mide la presión del voltaje en el circuito, luego muestra la lectura en forma numérica (en una unidad digital) o con una aguja que apunta a un número (en una unidad analógica). Los voltímetros modernos también tienen en cuenta la perturbación del circuito creado al conectar el voltímetro, lo que aumenta la precisión.
Los electricistas utilizan voltímetros para ajustar las corrientes eléctricas en los sistemas eléctricos residenciales y comerciales. Sin embargo, los voltímetros se pueden usar para probar o diagnosticar cualquier dispositivo eléctrico, como el alternador de un vehículo o un electrodoméstico. La precisión y la calibración son los dos mayores obstáculos cuando se utilizan voltímetros, especialmente entre los modelos analógicos.
Los voltímetros digitales han existido desde mediados de la década de 1950, y generalmente tienen un precio basado en sus capacidades para medir diferentes niveles de presión. La mayoría de los voltímetros digitales están equipados con la función de conversión para traducir la lectura de voltaje a un valor numérico.